«…y vivieron felices por siempre jamás».
Nos encantan los finales felices porque la sociedad nos dice que así es como debería ser la vida: todo alegría y diversión, todo paz y contento, y vivir felices por siempre jamás.
Pero, ¿a que no suena real? ¿Te parece que esta visión coincide con tu experiencia de la vida?
La palabra «felicidad» tiene dos significados muy distintos. Habitualmente, se refiere a un sentimiento: a una sensación de placer, alegría o satisfacción. El otro significado de felicidad es «una vida rica, plena y llena de sentido»
Nuestra vida se rige por una serie de creencias inútiles e inexactas en torno a la felicidad, unas ideas ampliamente aceptadas por la sociedad porque «todo el mundo sabe que son ciertas». A primera vista, estas creencias parecen tener sentido,
Cuatro mitos fundamentales
Constituyen el anteproyecto básico de las ideas erróneas sobre la felicidad.
Echémosle una ojeada a estos mitos.
Mito n.º 1:
La felicidad es el estado natural de todo ser humano.
Nuestra cultura insiste en que el ser humano es feliz por naturaleza. Pero las estadísticas que citábamos en la introducción lo desmienten a todas luces. Recuerda, uno de cada diez adultos intentará suicidarse, y uno de cada cinco padecerá depresión. Es más, la probabilidad estadística de que sufras una enfermedad psiquiátrica en algún momento de tu vida es de ¡casi el 30 por ciento! No es demasiado halagüeña, ¿no crees?.
Y si a ello le añadimos el sufrimiento que causan otros problemas que no se consideran enfermedades psiquiátricas, como la soledad, el divorcio, las dificultades sexuales, el estrés laboral, la crisis de la mediana edad, los problemas de relación, la violencia doméstica, el aislamiento social, las amenazas, los prejuicios, la baja autoestima, la ira crónica y la falta de propósito u objetivo en la vida, uno empieza a hacerse una ligera idea de lo poco común que es la auténtica felicidad.
Por desgracia, muchas personas viven convencidas de que todos son felices menos ellas. Y, sí, lo has adivinado: esta convicción no hace más que aumentar su infelicidad.
Mito n.º 2:
Si no eres feliz es que tienes algún defecto
A partir del Mito n.º 1, la sociedad occidental asume de forma lógica que el sufrimiento mental es anormal. Se lo considera como una debilidad o una enfermedad, como el producto de una mente en cierto modo imperfecta o defectuosa.
Por ello, cuando inevitablemente experimentamos pensamientos y sentimientos dolorosos, solemos autocriticarnos por ser débiles o estúpidos. Los profesionales de la salud contribuyen a este proceso poniendo en seguida etiquetas del tipo «estás deprimido», que no vienen más que a confirmar lo defectuosos que somos.
Los procesos normales del pensamiento de una mente humana sana conducen de modo natural a un sufrimiento psicológico. No es que tú tengas un defecto, es sólo que tu mente está haciendo su trabajo, aquello para lo que
evolucionó.
Mito n.º 3:
Para construir una vida mejor, tenemos que deshacernos de los pensamientos negativos.
Vivimos en una sociedad del bienestar, en una cultura totalmente obsesionada con encontrar la felicidad. Y ¿qué es lo que esta sociedad nos dice que hagamos? Pues que eliminemos los sentimientos «negativos» y que, en su lugar, acumulemos sentimientos «positivos».
Es una bonita teoría que, a simple vista, parece tener sentido. Al fin y al cabo, ¿quién quiere tener sentimientos negativos? Pero aquí está el error: las cosas a las que por lo general damos más valor conllevan toda una serie de sentimientos, tanto agradables como desagradables.
Por ejemplo, en una relación íntima a largo plazo, aunque uno experimente sentimientos maravillosos como el amor y la alegría, también experimentará inevitablemente la decepción y la frustración. El compañero perfecto no existe y, tarde o temprano, surgen conflictos de interés.
Lo mismo podríamos decir de casi cualquier proyecto importante que emprendamos. Aunque a menudo suscitan sentimientos de emoción y entusiasmo, también suelen comportar estrés, miedo y ansiedad.
De modo que si crees en el Mito n.º 3, tienes un gran problema porque es del todo imposible construir una vida mejor sin estar dispuesto a experimentar algunos sentimientos incómodos.
Mito n.º 4:
Deberías ser capaz de controlar lo que piensas y sientes.
Lo cierto es que tenemos mucho menos control sobre nuestros pensamientos y emociones del que nos gustaría. No es que no tengamos control alguno, es sólo que tenemos mucho menos del que los «expertos» nos hacen creer. Sin embargo, sí tenemos una enorme capacidad de control sobre nuestros actos.
Y es actuando como se crea una vida rica, plena y llena de sentido. La inmensa mayoría de los programas de autoayuda suscriben el Mito n.º 4.
Así, por ejemplo, muchos métodos te enseñan a identificar los sentimientos negativos y a sustituirlos por otros más positivos. Otros sistemas alientan la repetición de afirmaciones positivas del tipo: «Todo sucede en mi máximo beneficio y para mi mayor alegría» o «Siempre soy fuerte, capaz y competente».
Por último, otros métodos te instan a visualizar lo que quieres, a imaginarte vívidamente cómo te gustaría ser, viviendo la vida con la que sueñas.
El argumento básico de todos estos métodos es que si cuestionas tus pensamientos o imágenes negativos y, en su lugar, te llenas repetidamente la cabeza de pensamientos e imágenes positivos, encontrarás la felicidad. ¡Ojalá la vida fuera así de sencilla!
Estoy dispuesto a apostarme algo a que ya has probado un sinfín de veces a pensar en las cosas de manera más positiva y, a pesar de ello, esos pensamientos negativos siguen volviendo una y otra vez. Como ya hemos visto, nuestra mente ha ido evolucionando a lo largo de cien mil años para pensar tal como lo hace, ¡así que unos cuantos pensamientos o afirmaciones positivos no van a suponer una gran diferencia!
No es que estas técnicas no surtan ningún efecto. A menudo pueden hacer que te sientas temporalmente mejor, pero no te librarán de los pensamientos negativos a largo plazo.
Sentimientos negativos
Lo mismo sucede con sentimientos «negativos» como la ira, el miedo, la tristeza, la inseguridad y la culpa. Existen multitud de estrategias para «desembarazarse» de ese tipo de sentimientos. Pero sin duda habrás descubierto ya que, aunque se vayan, al rato vuelven. Y luego se van de nuevo. Y después regresan otra vez. Y así sucesivamente.
Lo más probable es que, si eres como la mayoría de los demás seres humanos del planeta, ya hayas invertido mucho tiempo y esfuerzo tratando de tener sentimientos «buenos» en vez de «malos», y probablemente hayas descubierto que, en el caso de que no estés demasiado alterado, puedes extirparlos hasta cierto punto.
Pero, casi con seguridad, habrás descubierto también que, a medida que aumenta tu nivel de angustia, tu capacidad de controlar estos sentimientos disminuye progresivamente.
Estos cuatro poderosos mitos nos empujan a una lucha que nunca podremos ganar: la lucha contra nuestra propia naturaleza humana.
Aura Marqués
Psicóloga, Psicoterapeuta Gestalt y Clínico EMDR
Palma de Mallorca