Gracias a John Bowlby y su teoría del apego la psicología moderna sufrió un cambio de concepto sobre la personalidad de las personas. Aporta luz sobre la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás,
Habla de la importancia de los primeros cuidados por nuestros padres, y de que dependiendo de cómo fueron, adquirimos unos patrones o formas de relacionarnos, que se mantendrán en la adolescencia con los iguales (apego social) y en la edad adulta con nuestras parejas.
¿Qué es el apego?
Desde que nacemos, tenemos una necesidad innata de ser cuidados. Estamos programados biológicamente con un “sistema de acción” que nos impulsa a buscar proximidad y protección para garantizar nuestra supervivencia. Si nuestros cuidadores nos brindan atención afectuosa, seguridad y confort, desarrollamos un apego seguro.
El apego es un vínculo emocional profundo que se forma entre el niño y el cuidador. Este lazo se construye a lo largo del tiempo, a través de interacciones cotidianas y repetitivas, que son fundamentales para la forma en que nos relacionamos con los demás. Aunque el apego inicial es muy difícil de reemplazar, hoy sabemos que, con el trabajo adecuado en nuestro mundo interno, podemos modificar en parte nuestro estilo de apego.
En los bebés, las conductas que promueven el apego incluyen el llanto y la sonrisa. En los adultos, estas conductas pueden manifestarse de maneras más complejas, como a través de la victimización o la agresividad. Sin embargo, cuando un adulto responde adecuadamente a estas señales, el niño se siente tranquilo y seguro, lo que le permite explorar el mundo que le rodea. Este equilibrio entre proximidad y exploración es clave para el desarrollo emocional saludable.
Definición de apego
Los estudios en neurobiología del desarrollo demuestran que las experiencias tempranas de apego tienen un impacto profundo en la resiliencia y la capacidad de autorregulación de una persona. De hecho, investigaciones longitudinales han mostrado que los patrones de vinculación afectiva que se forman en la infancia continúan influyendo en la adolescencia y en la vida adulta.
John Bowlby, uno de los pioneros en el estudio del apego, definió en 1988 este comportamiento como una propensión instintiva que tienen los humanos (y otras especies) a buscar seguridad en la cercanía de un individuo percibido como protector, especialmente en momentos de miedo o vulnerabilidad.
Aspectos básicos del apego
El proceso de apego y los vínculos que se crean entre padres e hijos están influenciados por varios aspectos esenciales:
- Seguridad: Este es el aspecto más importante para establecer un apego saludable. Sin la sensación de ser protegido y defendido, el niño puede vivir en un estado constante de ansiedad e incertidumbre.
- Sintonía: Los estados emocionales de los padres deben estar en sintonía con los del niño. Esto se expresa principalmente a través de señales no verbales que refuerzan la conexión emocional.
- Equilibrio: El niño regula sus emociones, su cuerpo y su mente a través de la sintonía con los padres. Cuando hay una respuesta adecuada, el niño puede equilibrar sus sentimientos de miedo y curiosidad.
- Coherencia: La relación coherente con los progenitores es crucial para que el niño se sienta integrado. Por ejemplo, si los padres practican un comportamiento (como fumar) y luego dicen al niño que no lo haga, se crea un conflicto interno de incoherencia que afecta el desarrollo emocional.
Mary Ainsworth, quien profundizó en la teoría del apego, también destacó la importancia de ciertos aspectos en la calidad del cuidado:
- Disponibilidad: El niño necesita sentir que sus padres están presentes para él. En momentos de miedo o inseguridad, debe poder recurrir a ellos para protección.
- Reconocimiento y aceptación: Es fundamental que los padres acepten la personalidad única de su hijo y reconozcan sus necesidades, incluso cuando no puedan expresarlas verbalmente.
- Sensibilidad a las necesidades del niño: Los padres deben ser capaces de percibir las necesidades emocionales de su hijo, incluso cuando el niño no pueda verbalizarlas.
- Cooperación: Los padres deben colaborar con el niño en la manera en que este se expresa y en cómo responde a las emociones que surgen.
Elementos clave para los padres
Para fomentar un apego seguro, los padres deben tener en cuenta ciertos principios fundamentales:
- Ver y sentir las situaciones desde la perspectiva del niño.
- Respetar al niño como un sujeto con derechos, necesidades y expectativas propias.
- Ser sensibles a sus emociones y necesidades.
- Aceptar al niño tal como es, sin tratar de cambiar su esencia.
- Estar disponibles, tanto física como emocionalmente, para él.
- Anticiparse a sus necesidades y metas.
- Participar en interacciones lúdicas, permitiendo que el niño marque el ritmo.
- Ayudar al niño a entender y poner nombre a sus emociones.
- Fomentar el deleite y el disfrute compartido en la interacción.
Apego seguro vs. apego inseguro
Cuando un niño tiene una base segura, sabe que puede contar con el apoyo de sus cuidadores. Por ejemplo, si el niño llora, y el cuidador responde de manera apropiada, el niño se calma y puede explorar el mundo a su alrededor con confianza, sabiendo que siempre podrá regresar a su base segura.
En cambio, en una base insegura, si el niño llora y el cuidador no responde, o responde de manera inadecuada (por ejemplo, con gritos o indiferencia), el niño puede sentirse desorientado y ansioso, lo que afecta su capacidad de exploración y aprendizaje.
La importancia de la atención y conexión
La necesidad de atención en un niño es, en esencia, una necesidad de conexión. A través de su comportamiento, el niño está comunicando su deseo de estar cerca de sus cuidadores y recibir consuelo y apoyo. La forma en que respondemos a estas señales establece las bases para su bienestar emocional.
La educación de los niños no es tarea fácil, pero todo comienza con la autocomprensión. Conocer el tipo de apego que hemos desarrollado en nuestra infancia puede ayudarnos a crear un apego seguro en nuestras propias familias, asegurando un desarrollo emocional saludable para nuestros hijos.
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Aura Marqués
Psicóloga S. P. Clínico EMDR
Palma de Mallorca