Comportamiento violento hacia los padres

violencia-de-hijos-a-padresComportamiento violento hacia los padres o violencia filio-parental: Conducta abusiva que conduce a una situación de humillación, acoso y desafío de la autoridad de los padres con la intención evidente de dominar y herir. 

Se distinguen cuatro tipos: física, psicológica, emocional y financiera,

El secretismo
Algunos padres niegan la seriedad de los ataques violentos de sus hijos con el fin de aparentar un estado de armonía familiar inexistente frente a los demás. Este es el problema fundamental
por el que no podemos calcular la prevalencia real del problema: el secretismo de la propia familia . El secretismo se produce por varios motivos: en algunos casos, es un medio a través del cual los padres desean proteger su propia imagen, evitando comentarios y valoraciones de parientes, amigos y vecinos. Estos padres se sienten en numerosas ocasiones culpables de la situación incontrolable en la familia, podemos decir incluso que se consideran “un mal padre” o “una mala madre” que no ha sabido educar correctamente al hijo que ahora es una “oveja descarriada”. Para estos padres y madres, pensar en la posibilidad de que otras personas conozcan la situación real de su familia provoca grandes sentimientos de vergüenza motivados por el qué dirán. Otros padres mantienen el secretismo por miedo hacia sus propios hijos. Temen que denunciando al hijo pueda agravarse la situación, aumentar la violencia como castigo hacia los padres por haber llevado a cabo la denuncia, o provocar una auto-lesión en el hijo maltratador. Estos miedos nos hacen suponer que existe una escasez de denuncias  presentadas por los padres que son agredidos por sus hijos, lo que significaría que realmente hay más casos de los documentados en los datos oficiales de la policía.

Familiares más vulnerables.

Las familias constituidas por un solo progenitor, las denominadas monoparentales, parecen ser más vulnerables a que los hijos desarrollen problemas de comportamiento que deriven finalmente en agresiones hacia, fundamentalmente, la madre, o la abuela.

En relación con el perfil de las personas maltratadas, es mucho más probable que las víctimas sean las madres u otras cuidadoras (por ejemplo, las abuelas) las que sufran maltrato y acoso por parte de los hijos e hijas. Este hecho de que sean las mujeres el blanco principal de la violencia, se puede explicar por diversas razones. Por un lado, las madres suelen implicarse más que los padres en la supervisión y el establecimiento de normas y límites a los hijos, unos aspectos que conllevan en numerosas ocasiones la frustración y consiguiente enfado de estos, sobre todo al alcanzar las edades adolescentes con la demanda de mayor independencia y autonomía propia de esta etapa de la vida. Las madres suelen ser más débiles desde el punto de vista físico que los padres, suelen pasar más tiempo a solas con los hijos, y suelen sentirse culpables por el mal comportamiento de sus hijos (lo interpretan como un fracaso en la educación que se les quiere inculcar), lo que les atrapa en una situación donde se dificultan las expresiones tanto de disciplina como de afecto. Estos elementos hacen que las madres se encuentren en una situación de mayor riesgo frente al abuso de sus propios hijos
Otro aspecto muy interesante que hay que señalar es que, en los hogares donde ya existía violencia de género del padre hacia la madre, los chicos, especialmente, aprenden a considerar a la madre como un blanco apropiado y aceptable para la violencia

El perfil de los hijos maltratadores y de los padres

Una de las peculiaridades de este tipo de violencia es que se produce en el seno familiar, entre integrantes unidos normalmente por lazos de sangre y donde la jerarquía de poder parece haberse invertido, siendo los hijos los que dominan unilateralmente la relación con sus padres.

Al alcanzar la adolescencia, algunos niños presentan un comportamiento agresivo que va  acompañado de una personalidad fría, con actitudes desafiantes hacia los demás, y especialmente hacia los adultos, que no tiene en cuenta ni valora los sentimientos de la víctima –en este caso sus propios padres- y actúa cruelmente contra ellos sin mostrar sentimientos de culpabilidad.
En ocasiones el maltrato hacia los padres se extiende hacia los hermanos. Los hijos maltratadores no suelen ser hijos únicos, aunque en la mayoría de ocasiones sí ocupan la primera posición entre los hermanos en casa, bien porque ellos son los mayores o primogénitos, bien porque los hermanos mayores están ausentes del hogar, ya se han emancipado.
El abuso se produce hacia los hermanos menores y es frecuentemente una estrategia más para intentar llamar la atención de los padres.

Características del adolescente, alta impulsividad, baja empatia, alta irritabilidad.

Los adolescentes que agreden a sus padres y madres muestran en su mayoría características comunes, como la impulsividad.
La impulsividad en el modo de comportarse es típica en estos casos, e implica la tendencia a reaccionar de modo rápido, no reflexionado y abrupto ante pequeñas provocaciones. Las provocaciones son a veces incluso inexistentes, es decir, son malinterpretaciones del adolescente ante comentarios o hechos de los demás que han sido percibidos como atacantes, cuando en realidad no se han emitido por la otra persona con esta intención. La impulsividad implica una falta de control sobre uno mismo, que se encuentra estrechamente relacionada con la irritabilidad, otra característica que también suelen presentar estos adolescentes. Son irritables, presentan dificultades para controlar la ira y sienten frustración con facilidad cuando no consiguen lo que quieren en el momento en que lo quieren. Esto quiere decir que son chicos y chicas que necesitan satisfacer sus necesidades de inmediato y que, por tanto, no admiten con facilidad un ‘no’ por respuesta. Otra característica propia de estos adolescentes es la carencia de la habilidad para ponerse en el lugar del otro, intentando comprender sus emociones y sus pensamientos. A esta habilidad se le conoce con el nombre de empatía. Esto
significa que estos adolescentes no tienen en cuenta los sentimientos negativos que pueden estar provocando en sus víctimas ni las consecuencias derivadas de su comportamiento hacia los demás. Se rigen por un modo de actuar egoísta, centrado en sí mismos y en satisfacer sus propios deseos, aunque los medios para conseguir sus metas impliquen pisar a la persona que tienen delante, que en este caso, son los padres y madres.

Dominar a los demás y sentirse poderosos es un aspecto común a estos chicos y chicas. Quieren transmitir una imagen de fuertes, rebeldes e intocables y para mantener esta imagen es preciso, en numerosas ocasiones, ejercer un control de los demás mediante amenazas y chantajes.
Algunos de ellos combinan la conducta agresiva hacia los padres con comportamientos antisociales en otros contextos fuera del hogar. Estos comportamiento incluyen hurtos o actos vandálicos.

En el siguiente artículo os hablare de las características familiares de la violencia filio-parental, y de las posibles explicaciones causales que se han dado a este comportamiento.

Aura Marqués
Psicóloga General Sanitaria
Tratamientos Psicológico de adolescentes Palma de Mallorca

www.psicologiaviva.com

 

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