La Neurosis Obsesiva es una de las enfermedades mentales más desconocida y abandonada dentro de lo «Trastornos por Ansiedad».
Algunos autores la han intentado incluir dentro de las Psicosis pero el «principio de realidad», la conciencia de enfermedad, a veces relativa, pero siempre presente, la ausencia de intencionalidad externa y la carencia de deterioro marcan las diferencias entre las obsesiones y la esquizofrenia.
El obsesivo lucha contra sus ideas absurdas y que no reconoce como propias, en tanto que el esquizofrénico que se identifica totalmente con ellas, lo hace contra el exterior que le hostiga. Los estudios llevados a cabo apoyan que hay en este trastorno una participación genética y otra ambiental. Generalmente no resulta difícil su diagnóstico: El carácter intrusivo de las ideas, pensamientos que invaden la mente y que se caracterizan por la absurdidad de los mismos, sin fundamento y ajenos al paciente, la reiteración de los temores, el fracaso de las conductas de evitación y que llevan a un gran nerviosismo por no poder sustraerse de ellos. El paciente dice que «no puede controlar su mente» y hacen su vida muy invalidante por su persistencia y repetitividad.
Las Compulsiones presentes en el trastorno consisten en comprobar las ideas sin sentido que invaden a la persona hasta la saciedad. Son muchas las compulsiones, entre las más comunes están el lavado continuo de las manos para evitar contaminaciones, ordenar los objetos de manera que estén en alineamiento, el temor de una madre de poder hacer daño a su hijo, los pensamientos blasfemos en la iglesia por personas muy religiosas, las comprobaciones del gas apagado, la estufa, la plancha o el haber cerrado bien el coche , todo ello de manera reiterada. El eje central es «la duda» o «folie de doute» pero en ocasiones son actos defensivos que el sujeto se ve obligado a hacer para evitar alguna desgracia. Para las personas con trastorno obsesivo la vida puede convertirse en un gran calvario y les limita sobremanera.
A veces sienten tanta vergüenza de sus pensamientos y de sus compulsiones que se aíslan del mundanal ruido y no lo cuentan ni buscan ayuda. Las personas que conviven con ellos deben prestarles todo su apoyo cuándo sepan lo que le pasa al paciente y animarles a que busquen la ayuda de un profesional. Que sepan que no están locos pero que deben hacer frente a su enfermedad y dejar de sufrir tanto. Hoy en día el tratamiento más usado es la combinación de psicoterapia y farmacología. La enfermedad suele ser crónica con remisiones y exacerbaciones.
Margalida LLinás Cerdá (psicóloga)