La frustración, la amiga que nos acompaña

Cuando hay una diferencia entre lo que esperamos recibir y lo que recibimos en realidad, pueden suceder varias cosas (desencadenándose respuestas emocionales, pensamiento o sensaciones físicas). Si se recibe más de lo que se esperaba estaremos contentos, eufóricos, alegres, orgullosos. pero si es menor nos sentiremos enojados, tristes, decepcionados con nosotros mismos, frustrados, si recibimos lo mismo estaremos tranquilos, como que nos han dado lo que esperábamos recibir.

La frustración aparece cuando queremos lograr algo y aparece una piedra en nuestro camino, cuando deseamos algo y no lo obtenemos, cuando tenemos una expectativa no satisfecha o hay una ausencia de recompensa esperada. Cuando mayor es el deseo, mayor será la frustración. Y puede hacernos una persona resentida si no aprendemos a soportarla. La frustración duele mucho y es parte del camino de las personas que quieren crecer, es parte de un proceso de búsqueda. La frustración y el deseo van unidos.

La frustración es una palabra muy usada en la vida cotidiana. En psicología tiene al distintas definiciones, Amsel (1958, 1992),  la define en función de las repuestas que tiene el organismo ante estímulos que implican un decremento, omisión o interferencias de reforzadores y desarrolló una teoría de la frustración. (La frustración o efectos paradójicos del reforzamiento, contraste negativo o relatividad de los refuerzos u omisión sorpresiva de reforzadores. Se define en ese contexto como la respuesta del organismo (conductual, fisiológica y neural) desencadenada cuando un sujeto experimenta una «devaluación sorpresiva» (que recibe menos de lo que esperaba)  en la calidad o cantidad de un reforzador apetitivo o deseado.

La frustración puede generar ira hacia afuera o hacia nosotros mismos, agresividad, decepción, tristeza que se transforma en resignación, fijación, regresión o conflicto. Si tienes miedo te defiendes, si tienes ira puedes intentar conseguir lo que no has conseguido, tristeza te apenas, pero ¿qué hacemos cuando sentimos frustración?. O ¿de donde viene esa emoción?. Algunos autores están intentando demostrar que podría ser una emoción básica, con la que nacemos y que después se modula con el aprendizaje. Lo que si es evidente es que la capacidad y la tolerancia a esta son aprendidas en los primeros años de nuestras vidas. La frustración es una regresión, cuando fuimos niños no aprendimos a soportar el no conseguir algo, ya porque fuimos sobreprotegidos, y en cuanto deseábamos algo ya lo teníamos,  o por tener padres autoritarios, que no nos permitían cometer errores, nos privaron de tener experiencias donde poder fallar. Quizás nuestros padres no sabían frustrarse y para que no llorásemos o sufriéramos hacían lo que sea,  nuestros padres no soportaban el vernos con emociones no placenteras, no nos permitieron aprender a tolerar la frustración y nos hicieron vulnerables a esta. No aprendimos a soportar el dolor del fracaso.

Si hemos decidido ser perfeccionistas, no realistas, a desear más de  lo que podemos obtener, si somos autoexigentes, competitivos, lo más seguro es que los lazos de la frustración nos tengan atados y no sepamos como soltarnos. Una manera de poder seguir frustrados, como una emoción que se nos puede quedar a vivir en casa, es buscarse desafíos muy altos, o imposibles.

Los triunfos nos hacen ganar confianza en nosotros mismo, y los fracasos pueden (si hemos aprendido a soportarlos) motivarnos para poder alcanzar metas. Nuestros mejores éxitos, vienen a menudo, después de nuestras mayores frustraciones (Henry Ward Beecker).

En el fondo la frustración viene de una necesidad no satisfecha, que ahora es disimulada o disfrazada, y realmente nos enfadamos porque no conseguimos cubrir esta necesidad, a veces inconsciente. Puede ser necesidad de reconocimiento, de aceptación, de afecto, camufladas bajo el deseo de éxito laboral, artístico, de prestigio social, etc.

Nos autoengañamos poniéndonos metas complicadas en lugar de metas alcanzables, teniendo expectativas excesivas. Nos podemos preguntar: ¿lo hacemos para seguir teniendo esa necesidad insatisfecha dentro de por vida?. Si conseguimos esas metas y la frustración no ha descendido, indica que buscamos fuera algo que no va a cubrir la necesidad, no va a bajar el dolor de la frustración, al contrario,  seguiremos sintiendo el vacío. Nos indica que las metas que deseamos no son metas genuinas y auténticas, osea necesitamos buscar dentro de nuestro ser. La frustración es vivir en una tabla encima del mar, en lugar de tener los pies en tierra firma.

La frustración duele mucho y para que no ocurra podemos evitarla incluso dejando de desear.

Reconocer en verdad que nos esta pasando, que necesidad queremos satisfacer, sin hacernos ilusiones falsas, nos ayuda a entender la frustración. Nuestras emociones son para ser vividas y ser sentidas pero no son para dominar nuestras vidas. Sin nos manejan nos sometemos a su voluntad, haciendo que estemos alterados e inestables. Es saludable tener metas, deseos y sueños, y es saludable tener tolerancia a la frustración para poder tener éxitos o tener fracasos. Las respuestas de frustración favorecen y facilitan nuevas búsquedas.

La aceptación es una solución a la frustración, no podemos conseguir todo lo que queremos, es algo natural en la vida. Durante nuestra existencia ocurrirán hechos que nos condicionaran y limitarán, como por ejemplo la enfermedad, la vejez, etc. Si sobrellevamos la culpa y nos darnos permiso  a hacerlo mal a veces, si somos capaces de cambiar nuestros sueños, hacerlos más adaptados, si nos conocemos a nosotros mismos y aprendemos que la vida cambia, y cambiamos con la vida, evitaremos tener problemas muy grandes.

Hacemos cosas perfectas pero nosotros no somos perfectos.

Aura Marqués
Psicóloga general Sanitaria y Terapeuta Emocional

en Palma de Mallorca

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