Cuando un/a adolescente joven o un niño/a realiza conductas sexuales no propias de su edad, es importante realizar una valoración de su comportamiento sexualidado tan temprano, es algo raro y puede ser un indicador de haber sufrido abusos anteriores intra o extra familiares.Una llamada de atención sobre la necesidad de proteger a las víctimas de la posibilidad de ser dañados donde deberían ser resguardados de todo tipo de peligro.
Tanto en la sociedad como entre los académicos, hay una serie de obstáculos para el reconocimiento y la detección de las situaciones de abuso sexual infantil, obstáculos que pueden además presentarse en todos los niveles de la intervención, tanto jurídica como terapéutica.
Varios de estos obstáculos suelen verse representados en una serie de mitos. La circulación de estos mitos suele generar interferencias importantes que pueden tener severas consecuencias respecto a la protección infantil.
A continuación voy a describir algunos de estos mitos.
- El abuso sexual infantil no es una forma de maltratotan grave como el maltrato físico.
Hoy por hoy, las neurociencias han demostrado que todas las formas de violencia y malos tratos en la infancia —el abuso sexual incluido— tienen consecuencias severas en el desarrollo infantil. - El abuso sexual, al igual que la violencia hacia la infancia en todas sus formas, es un problema de las clases bajas.
El abuso sexual y la violencia hacia la infancia en todas sus formas no distinguen clases sociales, género ni religión. Hoy se sabe que tanto niños como niñas pueden ser abusados sexualmente desde muy temprana edad (incluso siendo bebés). Se sabe que pueden ser abusados en el contexto de sus familias, en contextos educativos, en contextos religiosos, por personas conocidas y cercanas o por personas desconocidas. Se sabe que no solo los hombres abusan sexualmente de niños y niñas, sino también las mujeres. - El abuso sexual es un hecho raro, poco frecuente, que les ocurre a pocos niños.
Aunque es difícil calcular el número de casos de abuso sexual infantil —tanto en el ámbito local como internacional—, todos los estudios confirman que no es un evento raro ni poco frecuente.
- Los ofensores sexuales son personas que sufren de alguna patología en particular o abusan sexualmente bajo los efectos del alcohol.
No se cuenta a la fecha con un perfil del ofensor sexual (en especial de aquel que abusa sexualmente en contextos intrafamiliares). Por otro lado, la ingestade alcohol, si bien reduce la inhibición de los impulsos, no genera necesariamente una conducta sexualmente abusiva; no todas las personas que se alcoholizan abusan sexualmente de un niño, ni todas las personas que abusan sexualmente de niños y niñas se alcoholizan.
- Los hombres tienen una impulsividad sexual que no pueden frenar.
Algunos ofensores sexuales muestran dificultades de algún tipo en la esfera sexual, pero no todos. Existe consenso en que, en términos generales, los ofensores sexuales no reconocen su responsabilidad en el hecho, o la minimizan, y suelen culpabilizar al niño por lo sucedido. En algunos casos justifican su conducta en la poca satisfacción sexual que obtienen con sus esposas o parejas, haciendo recaer nuevamente la responsabilidad en un tercero. Estas no son sino estrategias del ofensor para liberarse de la responsabilidad por lo ocurrido y de las consecuencias —legales, sobre todo— que esto implicaría. El enunciado de este mito no explica, además, las conductas sexualmente abusivas perpetradas por mujeres.
- Los niños son seductores y provocan al adulto.
Desde ningún punto de vista la manera de vestirse de un niño o una adolescente, ni sus manifestaciones de cariño, pueden confundirse con conductas seductoras con fines sexuales, que es la interpretación que hace el ofensor sexual para justificar su conducta y quitarle así gravedad. Las conductas hipersexualizadas y la promiscuidad —cuando están claramente presentes— no son más que la consecuencia que el abuso sexual crónico y repetido ha tenido sobre el desarrollo psicobiológico de las víctimas. Muchos de estos niños han aprendido que la sexualidad es un modo de relación, pero no es responsabilidad de ellos este aprendizaje, sino de quienes los han introducido inadecuada y tempranamente en él. - El abuso sexual es cometido por personas extrañas a la víctima.
El mayor número de abusos sexuales es cometido por personas de la familia de la víctima, en especial padres, padrastros y parejas de la madre. Estas personas suelen tener mayor y mejor acceso al niño, mayores oportunidades de iniciar y continuar el abuso (por su proximidad, tanto como por el nivel de dependencia que la relación implica), y suelen ser en su mayoría los abusos sexuales que duran más tiempo y los que pueden presentar peores consecuencias a largo plazo. Esto no implica desestimar los abusos ocurridos por fuera de las familias, ni considerar que estos no ocasionan daños duraderos en los niños víctimas. La importancia de reconocer que el asi sucede en un gran número de casos dentro del ámbito familiar es una llamada de atención sobre la necesidad de proteger a las víctimas de la posibilidad de ser dañados donde deberían ser resguardados de todo tipo de peligro. Los niños que son abusados sexualmente dentro de sus familias son proclives a seguir siendo abusados sexualmente por otros seres ajenos a esta. - Si un niño es abusado sexualmente, seguro lo contará de inmediato.
La principal razón por la cual esto no es así es que en la gran mayoría de los casos el abuso sexual se sostiene mediante una coerción del abusador más o menos explícita, de tinte claramente emocional —que puede incluir además elementos de amenaza física—, para que el niño no hable. Parte de la dinámica de la conducta sexualmente abusiva es convencer al niño de que él ha sido parte activa o responsable exclusiva del abuso sufrido, por lo cual esto también coadyuva a que el niño calle, al acrecentar sus temores a posibles consecuencias negativas por hablar. Cuando las víctimas son adolescentes, es importante recordar que la adolescencia es una etapa de fragilidad y de inestabilidad emocional. Por este motivo no debería pensarse que los adolescentes son grandes para defenderse del abuso y evitar que este suceda o se prolongue, o que tienen más herramientas para desvelarlo apenas comienza.
- El mito de la ausencia de secuelas, del olvido y la adaptación.
Este mito se basa por un lado en la dificultad de pensar a los niños como personas, y por otro en las dificultades propias de quien debe escuchar un testimonio (sea familiar, una maestra, un juez o un psicólogo) o intervenir en una situación de abuso sexual. Argumentos tales como “Ellos no se dan cuenta”, “Los niños se adaptan a todo”, “El abuso sexual no deja secuelas en los niños”, “Es mejor que no lo hablen así se olvidan” suelen ilustrar este mito.El abuso sexual deja secuelas psíquicas a corto, mediano y largo plazo, y en ocasiones también físicas (desde heridas y laceraciones genitales hasta enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados). El impacto traumático puede variar en función de la edad del niño, del tipo de vínculo con el ofensor, de la existencia de violencia o no durante el hecho, de la actitud del padre o madre protector, de la existencia de otros problemas familiares —tales como alcoholismo, adicciones, violencia conyugal, enfermedades psiquiátricas—, del número de ofensores sexuales, del tiempo que haya durado el abuso.
- Los niños son poco creíbles, fantasean, mienten.
Los niños no pueden fantasear detalles de una actividad sexual cuyo conocimiento es absolutamente inapropiado para su edad. Lamentablemente los niños suelen ser objeto de una serie de culpabilizaciones que ayudan a obstaculizar la correcta visibilización del problema. Así como se pueden negar las consecuencias nefastas del abuso sexual, también se encuentran a diario falsas creencias acerca de que los niños son fantasiosos, mienten, no pueden recordar con exactitud lo sucedido y son fácilmente influenciables.
- El niño muestra sentimientos positivos hacia el ofensor, entonces es imposible que haya habido abuso.
Al plantear este argumento se desconoce el hecho de que ese adulto que está abusando es una persona significativa en la vida del niño. Por ejemplo, un progenitor, del cual no solo depende en un sentido concreto por cuanto vive con él y es él quien satisface sus principales necesidades básicas, sino que también —y fundamentalmente— depende de él emocionalmente. Las figuras de apego son aquellas a las cuales el niño se aferra para crecer, y su dependencia de ellas es absoluta. Por otro lado, estos adultos abusivos suelen mostrar algunas facetas positivas o cariñosas, actitudes de compañía, o desarrollar con el niño conductas de juego que este valora.
- El abuso sexual que ocurre dentro de las familias es una cuestión privada.
El abuso sexual, en cualquiera de sus formas, es un delito y una forma gravísima de vulneración de los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Estos niños son personas cuyos derechos han sido vulnerados, y el respeto en la forma como se los trate será en sí mismo un paso, pequeño pero importante, para la restitución de tales derechos. Necesitamos protegerlos y devolverles —aunque sea en parte— la capacidad de creer en el mundo como un lugar donde es posible sentirse seguros, donde es posible el cuidado y donde ellos mismos son considerados, merecedores de todo aquello que quienes abusaron de ellos intentaron negarles.
Extraído del Manual: Abuso Sexual Infantil, cuestionario relevante para su tratamiento en la justicia.
Si deseáis leerlo os lo puedo enviar en PDF.
Aura Marqués
Psicóloga, terepia juvenil
Palma de Mallorca
