El miedo nos protege

 

Las circunstancias que estamos viviendo son altamente estresantes, atemorizantes y caóticas. Es una situación distintas a las que se viven en una catástrofe. En un incidente crítico por ejemplo un accidente ferroviario, hay un inicio y un fin, y las personas pueden recomponerse cuando todo acaba. Pero la pandemia actual es un evento que sigue afectando a toda la población,  sin tener un fin claro, como oleadas nos llegan las noticias activándonos el miedo y no dejando que nuestro sistema se relaje y empiece a recuperarse.

Estamos viviendo dolor y trauma no solo en individuos y familias (seres queridos enfermos) sino también en el grupo y en la comunidad. Desde una ciudad, hacia una región, hacia un país hasta llegar al mundo.

Quizás estáis notando que se os olvidan las cosas, que os despistáis más de lo normal, esto es «normal», os lo explico con un ejemplo. Tenemos un ordenador (nuestro cerebro) y dedicamos el 90% a pensar, controlar, entender, sentir todo lo relacionado con el corona virus. ¿Qué nos queda para nuestra vida de cada día? pues el 10%. Es normal despistarse. Cuando hay miedo nuestro cerebro racional cede el control al sistema límbico y este no razona este actúa.
¿Qué podemos hacer para incrementar este 10%?. Muchos lo sabéis, dedicarse tiempo a nosotros mismos, meditar, hacer ejercicio, manualidades, hablar online con los amigos..

¿Qué es el miedo?

El miedo, emoción primaria, es fundamental para nuestra defensa y supervivencia: si no lo sintiéramos, no podríamos ponernos a salvo de los riesgos. Es una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Su aparición nos avisa de que necesitamos tomar precauciones.
Estamos ante un «enemigo invisible» lo que hace mas difícil controlarlo, enfrentarnos a el, protegernos. Es como enfrentarnos a un león en la selva con los ojos tapados, sin armas ni protección.

Es necesaria una dosis limitada de miedo y alerta, de hecho es fundamental para poder activarse sin perder lucidez. Este miedo controlado nos hace seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias, nos hace quedar en casa y cuidarnos del contagio. Esto requiere un mínimo de activación.

Pero el límite entre una activación funcional (eustrés o estrés positivo) y un exceso de alerta con comportamientos poco adecuados y contraproducentes (distrés o estrés negativo) es sutíl.

¿Cómo vivimos el miedo a este enemigo invisible?

Subestimando el riesgo

Son personas que suprimen el miedo, lo evitan negando lo que ocurre. No se percibe el peligro real del contagio. Se subestiman las noticias, se duda de ello, incluso hay una oposición y negación de las normas impuestas por las autoridades, incumpliendo el estado de alarma y saliendo a la calle sin motivo. Como si el corona virus no tuviera nada que ver con ellos. Pueden pensar: La vida transcurre «normalmente», no percibo el riesgo, lo considero «lejos de mi» (¿China, después Italia, …? en Mallorca no ocurrirá lo mismo) y no pongo en acción conductas de autoprotección y de protección comunitaria. La imprudencia puede ser la amiga en estos casos.

Sobreestimando el riesgo.

Son personas que tienen mucho miedo y puede convertirse en un alto grado de ansiedad (Ansiedad generalizada) , llegando al pánico. Se sienten constantemente amenazados y víctimas de un enemigo invisible, piensan que puede infectarlos a ellos y a sus seres queridos en cualquier momento. Terror y ansiedad. Cada situación se percibe como una alarma y un riesgo.

El Miedo se puede transformar en hipocondría, entendida como una tendencia a la preocupación excesiva por la salud, al percibir cada síntoma mínimo como una señal inequívoca de infección por Coronavirus.

Una muestra de pánico es el asaltar supermercados para abastecerse obsesivamente de suministros de alimentos, incluso no teniendo en cuenta que en espacios cerrados hay la posibilidad de favorecer la propagación del virus o hacer que después falten ciertos alimentos a aquellos que no habían corrido de inmediato al supermercado (el exceso de miedo crea desorganización del comportamiento).

Otro ejemplo: huir de Madrid es otro comportamiento desorganizado, irracional y contraproducente. Pudiendo llevar el contagio a otras zonas de España.

Afrontando el peligro

Como he indicado el miedo nos ayuda a realizar algunas tareas con más cuidado, porque no es lo mismo, por ejemplo, lavarse las manos con conciencia pensando en cómo lo hacemos que lavárselas con ansiedad haciéndolo inadecuadamente. Necesitamos hacerle entender a nuestro cerebro que estamos en riesgo, no estamos en peligro. Es necesario preguntarnos si es normal las reacciones que estamos teniendo. Entender que quizás en el momento presente, en nuestro hogar no hay peligro.

 

Necesidad de encontrar un culpable.

Una manera de evitar el miedo, y no afrontar nuestras emociones es buscar un culpable a quien dirigir nuestra ira. Es una reacción a la emoción de impotencia, tratando de identificar a un culpable para recuperar la percepción de cierto nivel de control sobre qué hacer, cómo y a quién castigar (ira y juicio hacia los «infecciosos»; búsqueda compulsiva de información en Internet sobre teorías alternativas que indican «un culpable»). Intentos de dar significado a lo que ocurre: ¿Por qué está sucediendo? ¿Cómo es que se propaga tan rápido? ¿De quién es la culpa?.

Reacciones psicológicas 

Las reacciones más comunes al Coronavirus pueden durar unos días y/o algunas semanas.

  • Intrusividad: imágenes recurrentes, recuerdos involuntarios e intrusivos del evento (flashback), que pueden presentarse como episodios breves o como una pérdida total de conciencia. (por ejemplo, ver a los sanitarios que se llevan a tu padre en una ambulancia con «trajes de astronauta», pensamientos continuos e intrusivos sobre la posibilidad de haber estado en contacto con una persona posiblemente infectada, etc.).
  • Evitación: intento en vano de evitar pensamientos o sentimientos relacionados con el trauma. Imposibilidad de abordar lo relacionado con el evento (por ejemplo, no llamar al médico incluso en caso de tos y fiebre por miedo a hacer la prueba, minimizar lo que está sucediendo para no entrar en contacto con el miedo, cambiar de tema en cuanto se habla de Coronavirus).
  • Hiperactividad: aumento de la activación psicofisiológica (por ejemplo, alerta máxima en cada nueva noticia, taquicardia cuando uno conoce el primer caso positivo en la ciudad, tocarse la frente y al sentir un poco de calor, comenzar a tener dificultades para respirar, etc.).
  • Estado de ánimo deprimido y/o pensamientos persistentes y negativos. Creencias y expectativas negativas sobre si mismo o el mundo. Profundo sentimiento de abandono (por ejemplo, comenzar a tener pensamientos negativos sobre si mismo y/o el mundo «No me va bien», «el mundo siempre es peligroso» «estamos muertos»).

Creencias y situaciones implicadas.

El miedo se puede ver incrementado por creencias conscientes o no y por las situaciones que estamos viviendo:

  • Pensar que es un enemigo transparente que destruye todo
  • Vivir con altibajos
  • Estar 2 semanas sin poder ver a la familia de origen
  • Tener hijos enfermos, o un familiar. O tener familiares trabajando en hospitales.
  • Luto de padres o de amigos, no poder ir al funeral, no poder despedirse de ellos.
  • Sensación de estar en pausa, la vida en pausa
  • Aislamiento social para niños y adultos, falta de contacto
  • Interrupción de la rutina: no poder saludar de la manera
    habitual, no podernos tocar, mantener la distancia.
  • Incredulidad, parecer que estamos viviendo algo irreal.

Factores que influyen en la respuesta de miedo

  • Nivel de implicación, de control, de amenaza sentida.
  • Sentirse responsable por lo que ha sucedido si ha habido contagio.
  • Cercanía: física – psicológica de las personas infectadas
  • Nivel de estrés en la propia vida, quizás por perdidas económicas.
  • Naturaleza y grado de apoyo social vivido.
  • Apoyo de compañeros y amigos, familiares y posibilidad de comunicación a través de las redes.
  • Manera en que se vive el encierro, como un espacio de confort.
  • Tener sensación de vulnerabilidad y falta de seguridad (incluso en casa no me siento seguro, quien me trajo la compra tocó los productos…»)
  • Problemas relacionados con el control y la autoeficacia («Todo es inútil, estoy a merced de los eventos, no puedo hacer nada»), no tener un diálogo interno positivo.

 

En momentos de emergencia, cuando el miedo y lo irracional inevitablemente corren el riesgo de tomar el control, uno debe cuidar de sí mismo y no exponerse a información inadecuada y no cualificada incurriendo en noticias falsas o noticias cargadas de emociones, pero sin fundamento en datos objetivos. Cada vez que miramos las noticias es como si una nueva ola inundara nuestro sistema y le hiciera aumentar el miedo, las aguas del estanque solo reposaran cuando dejemos de tirarle piedras.

 

La psicoeducación y los buenas conductas de autocuidado ayudan a recuperar el control de una manera saludable y constructiva.
Ocuparse del coronavirus vs Pre-ocuparse del coronavirus.

 

Tener presente: nuestras reacciones son normales a una situación anormal.

Aura Marqués
Psicóloga y Terapeuta EMDR

2 comentarios en “El miedo nos protege

    1. Hola. Dormir mal es un de los síntomas que indicas de la ansiedad, y es normal que te este ocurriendo con la preocupan por la pandemia.
      Hay varias maneras de bajar la ansiedad y es expresándola. Si te gusta escribir anota todo lo que estés sintiendo en los momentos que viene nuestra amiga ansiedad a visitarnos, si te gusta pintar coge unas pinturas y delante de un papel con los ojos cerrados dibuja lo que te venga, haz ejercicio, la ansiedad quiere ser expresada.
      Para dormir quizás ya sabes que esta lo de la «higiene del sueño»,

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