¿Más despistes últimamente?

 

¿Lo tienes en la punta de la lengua y no te sale? ¿Le cambias el nombre a alguien? ¿Has olvidado una cita medica?. ¿Has olvidado la cartera en casa y no puedes pagar en el super?.  ¿Habías quedado y se te pasó? ¿No recuerdas algo que ibas a hacer?.

 

Este tipo de olvidos son algo habitual en la vida cotidiana, y no tienen por qué reflejar la presencia de ninguna enfermedad. De hecho, obedecen al funcionamiento normal del cerebro.

Cosas que a todos nos pasa de vez en cuando, pero ahora pasa más a menudo. Te preguntas tuve algún familiar con alzheimer en la familia? . ¿Es el principio de una enfermedad?, y nos morimos de miedo.

Ahora sabemos que el estrés, la falta de sueño y las exigencias de la vida actual son tres de los motivos, a la que podemos añadir recibir información alarmante continuamente pueden provocar alteraciones de la memoria y favorecer los olvidos. Hay una clara relación entre el estrés y la perdida de memoria. 

La memoria es selectiva. “En general, el olvido es fisiológico. Olvidar es una función normal del cerebro, porque si lo recordáramos todo sería un grandísimo problema. La pérdida de memoria es, pues, un proceso necesario y frecuente, que en ocasiones se relaciona con procesos benignos como la falta de atención, el estrés vivido ante situación continuas de miedo e incertidumbre o la ansiedad. 

Estamos viviendo una situación excepcional y las reacciones que tenemos son normales ante estas situaciones.

 

¿Qué es un despiste?

Es un error que comete una persona causado por la pérdida de la atención en una cosa, por estar distraído. Según un estudio realizado por la Universidad de Duke (EE. UU.) y publicado en «Memory and Cognition», este lapsus responde a la forma en que el cerebro «archiva» la información para poder acceder a ella fácilmente.

Determinadas acciones las hacemos de forma automática, casi sin prestar atención. Pero cuando surge algo nuevo, nuestra mente prioriza y establece un orden o una jerarquía para ser más eficaz. Y es en ese momento cuando podemos tener un despiste. La prioridad en estos momentos es prestar atención al bombardeo de noticias que recibimos sobre los contagios, los afectados y cómo va a repercutir en nuestra vida.

En estas circunstancias las personas que ya tenían problemas neurológicos pueden haber empeorado.  El confinamiento que hemos sufrido y la incertidumbre están haciendo mella en las personas.

Estamos recibiendo un exceso de información, tanta que nos hemos sido capaces de filtrar lo que es importante de lo que no, esto hace que todo haya llegado a nuestro cerebro, y nuestro cerebro esta sobrecargado de datos, de temor, y sobrecargado de trabajo.

 

Despistes benignos

Nuestra atención ha estado alterada en este tiempo, y para recordar lo que hemos o estamos haciendo tenemos que prestar atención, si no prestamos atención los recuerdos no se integran y no se fijan y si no se fijan en la memoria no los podremos recordar. Eso va a hacer que parezca que hemos perdido memoria, y comenzaremos a tener despistes benignos (no quieren decir que tenemos una demencia).

Una perdida de memoria aislada, la dificultad en recordar por ejemplo nombres propios, o lo que estamos haciendo, o donde hemos dejado aparcado el coche son hechos aislados o olvidos benignos. Con el estrés la atención esta alterada.

Otra cosa es olvidar hechos importantes de nuestra vida, que hicimos ayer, o que los despistes sean muy a menudo, se requiere una valoración medica, ir a un centro de salud al medico de cabecera para descartar causas biológicas.

 

Qué nos ayuda

El cerebro necesita «momentos de desconexión» para recuperarse.  

Otras cosas son: intentar no hacer múltiples tareas simultáneamente, cuando lo hacemos nuestra atención la aparcelamos entre todas esas tareas, hacer solo una tares nos va  ayudar a hacerla mejor y tener la atención centrada en una cosa.

Hacer ejercicio , hacer una dieta mediterránea, tener la mente activa con crucigramas, videojuegos, sodokus, leer, establecer horarios con rutinas.

Hacer periodos de descanso. permitirnos no hacer nada, no pasa nada si nos relajamos, hay personas que si no hacen siempre algo productivo no están bien consigo mismas.

Actividades autocalmantes, como poner música, ver algo en la tele, hacer respiraciones profundas hacer lo que nos produzca bienestar y nos ayude a relajarnos.

Relacionarse con los demás crear redes sociales, hacer algo bueno hacia uno mismo o hacia los demás ayuda.

 

Hábitos nocivos

Vigilar el consumo de alcohol, hay determinadas realidades que indican que el tabaco es una tragedia para nuestro cerebro.  

Medicación excesiva de algunos fármacos, como los que inducen sueños, que son buenos cuando hay insomnio pero no son aconsejables usarlas como se hacen en la forma habitual.

Y algunos hábitos que todos conocemos como no dormir lo suficiente, estar sobrecargado de trabajo y obligaciones, no saber delegar, estar preocupado continuamente, no saber poner límites a las conductas que nos perjudican. Tener pensamientos continuos sobre lo mismo o rumiaciones. No regular nuestros estados internos.

Necesitamos entender que ante la situación excepcional además sin saber cuando parará, es imprescindible realizar autocuidados especiales mientras dure esta situación alarmante, entender que nuestro cerebro esta trabajando más de la cuenta, y que eso produce «fallos» como el no recordar pequeñas cosas cotidianas, si lo entendemos, esto hará que no añadamos más ansiedad y preocupación por algo que es normal.

Así que «a fijarse o poner mas atención en lo que hacemos».

Busca tu rayito de sol

Aura Marqués
Psicóloga G. Sanitaria

 

psicologia viva

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