El triángulo Dramático


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A veces sin querer entramos en unos comportamientos que luego nos hacen sentir mal, pero que sin embargo no podemos controlar, y pasamos de hacernos la victima a perseguir a alguien que creemos que ha realizado una conducta incorrecta, o pasamos de ayudar a un amigo sin éxito a regañarle porque le ha ocurrido lo que le ha ocurrido porque no nos hizo caso. El darse cuenta es fundamental para interrumpir estos juegos, una vez iniciados.

El Triángulo Dramático de Karpman.

Representa tres roles diferentes, en los que solemos manifestarnos: Salvador, Perseguidor y Víctima.

Estos son roles que se ejercitan de manera inconsciente y repetitiva. Se producen mediante intercambios verbales y no verbales.

A estas transacciones comunicacionales del Triángulo Dramático se les llama juegos psicológicos o de relación; éstos se aprenden durante la infancia en el seno de la familia y escuela y se utilizan para confirmar los mitos existenciales de cada uno. Por ejemplo, en la vida se ha venido a sufrir… o no te puedes fiar de nadie, también ¿por qué siempre me ocurre lo mismo?.

 

También se utilizan para manipular a los demás, es decir, para que los otros hagan algo sin pedírselo directamente y para evitar la intimidad, pues los juegos del Triángulo distancian de forma conflictiva a las personas, alejándolas de tener encuentros abiertos y sinceros.

Cualquier niño empieza por sentirse Víctima, porque es imposible que todas sus necesidades sean satisfechas, y sobretodo, la necesidad básica de sentirse amado incondicionalmente. El niño no siempre puede decir No, pues depende de los adultos.

El niño que se siente Víctima en casa pasa a ser un Perseguidor en el colegio, con sus compañeros/as.

Lo mismo ocurre en la etapa adulta, cada persona escoge una manera de protegerse de su propio dolor emocional, unos tendrán tendencia a cuidar a los demás haciendo de Salvadores, otros descargarán su resentimiento sobre los otros haciendo de Perseguidores y unos terceros seguirán como niños indefensos e impotentes en el papel de Víctimas.

Los tres roles del Triángulo son un intento errado de conseguir afecto. A veces, se prefiere recibir reproches como una forma de recibir amor.

El Salvador actúa bajo el influjo de la culpa, la Víctima bajo el influjo del resentimiento, mientras que el Perseguidor bajo el influjo de la agresividad.

Cada vez que una persona representa de forma inconsciente uno de los papeles del Triángulo Dramático está entrando en un juego emocional y acabará sintiéndose mal.

Para poder detectar cuando estamos entrando en el Triángulo Dramático, debemos aprender a distinguir entre los papeles representados de forma consciente y auténtica, donde el resultado suele ser positivo, y los papeles representados de forma inconsciente e in-auténtica, donde el resultado es negativo.

Cómo representamos estos roles:

La Salvador

1.- La persona SALVADORA va por la vida prestando ayuda, a cambio de mantener la dependencia de los otros hacia él. Por una parte, necesita Víctimas y, si no las encuentra, las crea; por otra, al ser ayuda inauténtica, se queja continuamente de sus esfuerzos. Suele decir siempre se aprovechan de mi generosidad.
La percepción interna del Salvador es que los otros le necesitan y asume la responsabilidad de solucionar los problemas de la Víctima, pues cree que la Víctima no puede pedir ayuda ni resolver su situación.
El Salvador actúa bajo el influjo de la culpa y por la necesidad de sentirse superior. Lo que consigue haciéndose cargo de los problemas de los demás es evitar sentir su propio sufrimiento: ojos que no ven, corazón que no siente.

La Víctima

2.- La VÍCTIMA se las arregla para no acertar en hacer bien las cosas; envía mensajes verbales y/o no verbales quejándose, de su indefensión; su comportamiento es autodestructivo, y provoca su humillación o sufrimiento y finja estar desconcertado.
La Víctima siente culpa, inferioridad, tristeza y tiene una baja autoestima. Su sentimiento básico es de resentimiento contra la vida que le hace sufrir y contra los Salvadores que siguen incapacitándola con su ayuda.
Aunque a veces debajo de este disfraz de corderito puede haber un lobo. Son personas que quizas para recibir atención en la infancia tuvieron que tener síntomas.

El perseguidor

3.- El PERSEGUIDOR se comporta bajo el influjo de la agresividad, quiere satisfacer sus necesidades y actúa en interés propio, poniendo a los demás en situaciones difíciles o de sufrimiento. Su lema es pisa antes de que te pisen.
El juego de Perseguidor establece unas pautas de comportamiento rígidas, por lo estrictas o por lo poco prácticas; exige que se cumplan a rajatabla y suele cebarse en personas dotadas de una personalidad vulnerable.
Es desconfiado y suele ser una persona a la que le han hecho mucho daño las personas cercanas, sobre todo en la infancia temprana.

Podéis seguir leyendo sobre las
 Clases de comportamiento del Perseguidor 

El triangulo Dramático II

Aura Marqués
Psicóloga. Clínico EMDR
Palma de Mallorca

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