El sistema nervioso autónomo es nuestro sistema de vigilancia personal, que siempre está en guardia y preguntando ¿Es esto seguro?.
Su objetivo es protegernos mediante la detección de la seguridad y del riesgo, escuchando a cada momento lo que sucede en nuestros cuerpos, a su alrededor y en las conexiones que tenemos con los demás.
La Teoría Polivagal es una teoría neurofisiológica, psicofisiológica y filogenética enunciada por el Doctor Stephen W. Porges, de la Universidad de Illinois en 1995.
Podemos considerar al sistema nervioso autónomo como la base sobre la cual se construye nuestra experiencia vivida.
La forma en que nos movemos por el mundo, girando, retrocediendo, a veces conectándonos y otras veces aislándonos, y está guiada por el sistema nervioso autónomo.
En cada uno de nuestras relaciones el sistema nervioso autónomo «aprende» sobre el mundo y se tonifica hacia hábitos de conexión o protección.
Un principio de funcionamiento del sistema nervioso autónomo es que «cada respuesta es una acción al servicio de la supervivencia». No juzga que es lo bueno y qué es lo malo, se limita a actuar para gestionar el riesgo y buscar seguridad.
Según esta teoría, gran parte de la conducta social y las emociones tienen importantes condicionantes fisiológicos, los cuales son una consecuencia del peculiar modo en que los mamíferos han resuelto la regulación del sistema nervioso autónomo a través del nervio vago
Dentro de la teoría Polivagal (Porges, 2007, 2009), diferentes condiciones en el entorno activan diferentes respuestas del nervio vago, el décimo nervio craneal, que regula la activación autonómica.
El nervio vago ser extiende desde el tronco encefálico hasta el abdomen, con conexiones al corazón, el esófago, los pulmones y otros órganos.
Este nervio controla la activación del sistema nerviosos autónomo y determina diferentes estados afectivos en respuesta a la percepción del individuo de las diferentes condiciones ambientales.
La seguridad percibida activa la respuesta parasimpática ventrovagal, a la vez que una sensacion de calma y conexión con los demás. Es la respuesta que nos ayuda a co-regular.
El sistema nerviosos autónomo
El cometido del sistema nervioso autónomo es garantizar nuestra supervivencia en momentos de peligro y nuestro crecimiento en momentos de seguridad.
El sistema nerviosos autónomo está formado por dos ramas principales, la simpática y la parasimpática, y responde a las señales y a las sensaciones a través de tres vías, cada una con un patrón característico de respuesta.
La rama simpática representa la vía que nos prepara para la acción. Responde a señales de peligro y desencadena la liberación de adrenalina, que alimenta la respuesta de lucha o huida. Aquí estamos movilizados para responder o actuar.
Pasar a la acción puede ayudarnos a regresar al estado seguro y sociable.
En la rama parasimpática, la teoría polivagal se centra en dos vías que viajan dentro del nervio vago. El vago se divide en dos partes: la vía vagal ventral y la vía vagal dorsal.
La vagal ventral responde a las señales de seguridad y respalda la sensación de estar comprometida y conectado socialmente de manera segura, nos sentimos seguros, nos ayuda a regularnos, a reflexionar y a estar en armonía, tranquilos y sociables. Ver cerebro Triunno.
En contraste, la vía vagal dorsal responde a las señales de peligro extremo.
Nos desconecta, nos saca del plano consciente y nos lleva a un estado protector de colapso.
Cuando nos sentimos paralizados, entumecidos o «en otro lugar», es porque el vago dorsal ha tomado el control. Nos apagamos para sobrevivir.
Cómo funciona
Para entender mejor la activación vamos a hacer la similitud con una escalera.
En los escalones de arriba esta la zona segura. Tenemos la sensación de comodidad que se desarrolla al estar con otras personas con las que es fácil estar y que son emocionalmente seguras (apego seguro).
También parece que la sensaciónque ocurre cuando disfrutamos de estar en la naturaleza, de escuchar la música que nos gusta, cuando bailamos, o realizamos una actividad creativa.
Esta es la sensación que los terapeutas de EMDR intentamos facilitar cuando ayudamos a desarrollar un recurso de «lugar seguro o lugar confortable» o una actividad que nos produce calma.
Estando en este estado hay una respuesta parasimpática vagal ventral, si está fuertemente establecida, nos puede ayudar a tener resiliencia (es decir, inhibición de la respuesta simpática) frente a estímulos amenazantes.
Bajamos a escalones inferiores cuando estamos muy estresados, tenemos que enfrentarnos a algo considerando que no tenemos recursos o estrategias de afrontamiento, o por el contrario, si se percibe una situación de peligro, la respuesta es la activación simpática, que habitualmente se experimenta como alarma, shock, miedo o rabia.
La activación simpática implica un aumento de la tensión muscular voluntaria y una interrupción relativa del flujo sanguíneo digestivo, en preparación para responder a un posible peligro. A la activación simpática se le suele considerar la respuesta de lucha o huida.
Bajamos más escalones hay una respuesta parasimpática del vagal dorsal, es un tipo de respuesta de bloqueo, congelación que facilita el estar alerta ante el peligro actual. Es un lugar donde sentimos que nada se puede hacer y no hay escapatoria.
La percepción de peligro puede llevarnos a la inmovilización física, y esta activa la respuesta vagal dorsal, una interrupción relativa de la actividad corporal, la energía física e incluso la respiración. Se puede ver que la activación vagal dorsal se solapa a nivel descriptivo con el concepto de emoción de vergüenza, apagar el interés, aplanamiento inmediato de un intereso entusiasmo insostenible, junto con una búsqueda natural por saber que se puedo hacer mal.
La activación parasimpática dorsovagal ocurre en todos los mamíferos como respuesta intrínseca y automática a situaciones de muerte inmediata o de estar atrapado o inmovilizado.
El cuerpo entra en un modo rendición, apagando la tensión muscular e incluso ralentizando la respiración, como si se estuviera muerto, es un mecanismo de supervivencia.
Se puede ver esta respuesta parasimpática dorsovagal en personas que sufren trastorno de estrés postraumático, o en personas que han sufrido abusos por parte de sus cuidadores en la infancia.
La intensidad de esta respuesta puede estar directamente relacionada con la intensidad de otras emociones que tuvieron que ser bloqueadas rápidamente, porque , por diversas razones, no se pudieron mantener.
Cuando las experiencias tempranas de los niños incluyen momentos frecuentes de maltrato o negligencia, el apagón visceral dorsovagal es frecuente, es mucho mas probable que a medida que va creciendo se formen autoconceptos en torno a la emoción de culparse a si mismo, el niño puede desarrollar creencias irracionales.
Sentir vergüenza y esta identidad puede experimentarse directamente o estar encubierta por otros sentimientos como culpar de forma defensiva a los demás.
Años después, cuando sea adulto puede desarrollar un estilo impersonal disfuncional.
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sobre la teoría polivagal para terapeutas o personas interesadas

Sigue leyendo sobre esta teoría en la segunda parte.
Os paso a explicar esta teoría comparándola con una escalera, es interesante si os gusta el tema,
Aura Marqués
Psicóloga. Clínico EMDR
Palma de Mallorca

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